Antes de intentar aplicar los criterios diagnósticos de tipos específicos de demencia, el primer paso es diagnosticar que el paciente sufre una demencia.
En un sujeto en el que sospechamos la presencia de una demencia se deben recoger los datos habituales en cualquier historia clínica, como edad, sexo, antecedentes generales personales y familiares, alergias, intervenciones quirúrgicas y cualquier otra enfermedad grave o crónica padecida, dependencias del tabaco y de otros tóxicos, hábitos intestinal y urinario, tratamientos a los que está o ha estado sometido, etc.
Pero aquí cobran importancia también la presencia de factores de riesgo vascular como diabetes, hipertensión y trastornos del colesterol, los antecedentes familiares de demencia, de síndrome de Down, de traumatismo craneoencefálico y el nivel educativo del paciente.
Se indagará además sobre la presencia o no de afasia, apraxia, agnosia, trastornos de la función ejecutiva, fobias, compulsiones, obsesiones, delirios o ideas delirantes, alteraciones de la percepción, alteraciones del estado de ánimo y alteraciones de la conducta.
Debe llevarse a cabo una exploración física completa con informe sobre los estados de consciencia, hidratación y nutrición, pupilas, pares craneales, presencia o ausencia de bocio, adenopatías, soplos en cuello y reflejos primitivos como el de succión, el de prensión palmar y el de hociqueo entre otros, examen del tórax y auscultación cardiorrespiratoria, exploración abdominal, presencia o ausencia de edemas en miembros y pulsos periféricos, tono, fuerza muscular, reflejos de estiramiento muscular y cutáneoplantares, Romberg y marcha.
Se debe realizar una bioquímica sérica completa que incluya glucosa, función renal y hepática, función tiroidea y vitamina B12. Es poco frecuente que la demencia se deba a hipotiroidismo o a déficit de vitamina B12, pero ambos son trastornos frecuentes para los que habría que instaurar tratamiento.
Deben realizarse también un hemograma completo, serología de lúes si el paciente tiene factores de riesgo específicos (la Sociedad Española de Neurología recomienda su realización rutinaria) y un análisis elemental de orina.
La punción lumbar solo debe hacerse en caso de sospecha de infección del Sistema Nervioso Central (SNC), serología de lúes positiva, hidrocefalia, edad inferior a 55 años, demencia inusual o rápidamente progresiva, inmunosupresión, sospecha de vasculitis del SNC o presencia de enfermedad metastásica.
No están indicadas como rutina las determinaciones del genotipo de la apolipoproteína E (APOE) ni de otros estudios genéticos.
Debe hacerse una Tomografía Axial Computarizada (TAC) o una Resonancia Nuclear Magnética (RNM) de cráneo. La Tomografía por emisión de positrones (PET), la RNM funcional y la Tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) no están recomendados como estudios rutinarios.Punción lumbar: solamente en caso de sospecha de infección del Sistema Nervioso Central (SNC), serología de lúes positiva, hidrocefalia, edad inferior a 55 años, demencia inusual o rápidamente progresiva, inmunosupresión, sospecha de vasculitis del SNC o presencia de enfermedad metastásica.
Deben hacerse también un electrocardiograma y una radiografía simple de tórax. El electroencefalograma se hará si existe historia de convulsiones, de pérdida de consciencia, episodios de confusión o deterioro clínico rápido.
Para el cribado son útiles, entre otros, el Test de las Fotos, independiente del nivel educativo, de la alfabetización y de la lengua materna del sujeto, el Test de Alteración de la Memoria (T@M), el Test del informador que puede ser realizado en el domicilio por parte de un informador fidedigno y ser entregado después al médico, el Mini Mental State Examination (MMSE, de Folstein) o su equivalente validado en España, el Miniexamen Cognoscitivo de Lobo (MEC), el Short Portable Mental State Questionnaire de Pfeiffer (SPMSQ) y el test de dibujo del reloj.
La Escala de Isquemia de Hachinski nos puede ayudar a distinguir entre sí las demencias degenerativas, mixtas y vasculares.
En la estadificación destacan la Clinical Dementia Rating de Hughes (CDR) y la Global Deterioration Scale de Reisberg (GDS), especialmente indicada en la estadificación de la Enfermedad de Alzheimer.
Para la valoración funcional podemos recurrir al Índice de Barthel de actividades básicas de la vida diaria, a la Escala de Lawton & Brody de independencia en las actividades instrumentales de la vida diaria y a la Escala de Demencia de Blessed, que examina tanto las actividades básicas como las instrumentales de la vida diaria, además de cambios en los hábitos y en el comportamiento del paciente.
Són útiles en la valoración de los trastornos psicológicos y de la conducta la Escala de depresión geriátrica de Yesavage (existe una versión reducida de 15 ítems), la Escala de depresión de Hamilton como alternativa a la de Yesavage y el Inventario Neuropsiquiátrico de Cummings (Neuropsychiatric Inventory o NPI).
Para medir el grado de carga de los cuidadores son muy útiles la escala de carga del cuidador (Caregiver Burden Interview, de Zarit) y el Índice de estrés del cuidador (CSI o Caregiver Strain Index).
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