Rincón del experto

Salud bucodental y alzhéimer

¿Hay relación entre enfermedad bucodental y enfermedad de Alzheimer?

Tomando muestras (imagen decorativa)

La salud bucal es un factor crucial para el bienestar físico, psicológico, emocional y social de las personas. Sin embargo, en los últimos años, la falta de cuidados y los hábitos alimentarios deficientes han incrementado significativamente la frecuencia y prevalencia de enfermedades bucales, convirtiéndose en un grave problema de salud pública mundial.

En respuesta a esta situación, en el año 2021, la Organización Mundial de la Salud destacó la salud bucal como un componente esencial de la salud general y fue considerada una prioridad, según una resolución adoptada ese mismo año, dentro de la salud global. Existen diversos factores que pueden influir en la salud bucal como genéticos, ambientales, físicos, biológicos y conductuales, siendo crucial la mejora de la cantidad, distribución y organización de los servicios de salud, que deben ser accesibles, cercanos y de alta calidad.

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A nivel mundial, la mala higiene bucal de muchas personas es debida a una pobre educación sobre salud bucal, una dieta poco saludable y al consumo de sustancias tóxicas, como el alcohol y el tabaco entre otras. Investigaciones recientes demuestran una correlación directa entre las infecciones orales y diversas enfermedades sistémicas, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y las demencias, incluida la enfermedad de Alzheimer.

A medida que aumenta la edad, también se incrementa el riesgo de sufrir patología dental. Entre las enfermedades más frecuentes se encuentran la caries dental, las inflamaciones periodontales y la estomatitis. Aunque es bien conocido que para prevenir estas patologías es aconsejable un control dental periódico, aproximadamente cada seis meses, la realidad es muy diferente y solo un grupo reducido de personas lo realiza.

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En un estudio reciente, llevado a cabo en personas de edad avanzada, se comprobó que solo un 25 % de las personas con patologías bucales acudían regularmente a los controles dentales periódicos indicados. Se observó que la caries era más elevada en las personas que acudían esporádicamente al dentista, mientras que aquellas que sí iban regularmente a los controles dentales sufrían menos procesos inflamatorios o infecciosos en comparación con los primeros. Las cifras fueron las siguientes: hiperemia inflamatoria (41 % vs. 20 %), pulpitis (34 % vs. 27 %), periodontitis apical (74 % vs. 70 %), necrosis pulpar (27 % vs. 13 %) y gangrena. pulpar (37 % vs. 30 %).

Aunque es recomendable y necesario realizar controles bucales periódicos desde la infancia, son las personas de edad avanzada las que deben someterse a estos controles con mayor regularidad, dado que están más expuestas a sufrir afecciones sistémicas, las cuales también han sido relacionadas, entre otros procesos, con el deterioro cognitivo y el desarrollo de demencia.

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Recientemente, se han publicado los resultados de un estudio realizado a lo largo de 20 años en un grupo poblacional amplio, que mostró que la enfermedad periodontal se asociaba con un riesgo ligeramente mayor de incidencia de demencia y deterioro cognitivo leve. La pérdida extensa de inserción de dientes se vinculaba con una incidencia de demencia alrededor del 20 % mayor en comparación con las personas sin daño periodontal. Asimismo, se observaba que el riesgo de deterioro cognitivo leve o de demencia se duplicaba en las personas desdentadas en comparación con aquellas con dentadura y encías sanas. Sin embargo, esta asociación no fue observada en personas que sufrían gingivitis o pérdida mínima de dientes. Los investigadores destacaron que estos hallazgos fueron consistentemente positivos tanto para la demencia relacionada con la enfermedad de Alzheimer como para la demencia vascular.

Los mecanismos por los que se producen el deterioro cognitivo y la posterior demencia han sido atribuidos en gran medida a la activación de los receptores de glucocorticoides por el proceso inflamatorio crónico de la boca (tejidos periodontales). Se liberan glucocorticoides desde el eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal, que alteran la función de los neuropéptidos mediadores de la inflamación neurogénica, debido a que la inflamación estimula la producción de citocinas proinflamatorias. La inflamación progresiva resultante dentro del cerebro provoca la neurodegeneración responsable de la enfermedad de Alzheimer. Por tanto, sería la inflamación crónica y progresiva cerebral la que provocaría la neurodegeneración.

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De hecho, en estudios con animales de experimentación, se ha comprobado que las alteraciones patológicas inflamatorias persistentes inducen a las células gliales a producir citocinas proinflamatorias, estimulando la producción de proteína tau hiperfosforilada y péptidos beta-amiloide, entre otras sustancias proinflamatorias, que son marcadores de la neurodegeneración en la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aunque los estudios clínicos actuales respaldan el vínculo entre la inflamación y la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer, son necesarios más estudios, y de mayor envergadura, para consolidar esta relación.

Podríamos resumir que existe evidencia clínica en estudios de casos y controles que sugiere una correlación entre la periodontitis, el deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer. Se ha observado que existen grupos poblacionales con mayor riesgo y que los niveles elevados de proteína C reactiva podrían ser un indicador en las personas con lesiones bucales de una mayor probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer.

Dr. Secundino López Pousa

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