Los árabes y persas introdujeron la cúrcuma en los países del mediterráneo y le dieron el nombre de «kourkoum» creyendo que se trataba de una variedad de Azafrán. Posteriormente la llamarían cúrcuma, aunque también se le conoce como azafrán de la india por su origen en el sudeste asiático (entre la India y la zona meridional del Vietnam).
Sus propiedades se deben a los componentes que lleva, fundamentalmente a los compuestos fenólicos que pertenecen al grupo de los curcuminoides que le dan el color amarillo anaranjado característico. Alrededor del 10 % del polvo de la cúrcuma seco está formado por curcuminoides, de los cuales alrededor de un 5 % (3 - 8 %) corresponde a la curcumina, principio más activo.
La curcumina es un pigmento de color amarillo anaranjado que se extrae del tallo subterráneo de la planta de cúrcuma (Curcuma longa). Su uso inicial fue para teñir telas e hilos y posteriormente se introdujo en la cocina como colorante. Hoy en día, se sigue utilizando como especia, sobre todo en la cocina occidental, para aumentar el sabor y dar coloración amarillenta a platos de arroz, carne y ensaladas. También ha sido utilizada en la medicina tradicional, sobre todo para el tratamiento de problemas digestivos, de enfermedades hepáticas y cardiacas, para la cicatrización de heridas, así como en alergias, asma y sinusitis.
Recientemente, se ha reevaluado la actividad de la cúrcuma en diferentes procesos clínicos y sus posibles beneficios en la salud, observándose efectos anticancerígenos al enlentecer el crecimiento de algunos tumores, efectos antiinflamatorios y una importante acción antimicrobiana, antiviral y también contra algunos hongos, entre ellos la cándida albicans. Posiblemente la utilización más importante hasta el momento actual haya sido para el tratamiento de la gastritis y acidez de estómago.
La cúrcuma estar compuesta fundamentalmente de carbohidratos (67 %), fibras (23 %) y proteínas (10 %) y contiene minerales como: potasio, fosforo, hierro, zinc, y magnesio, y es rica en vitamina C, E, K y varias vitaminas del grupo B (B1, B2, B3).
La actividad protectora de la cúrcuma a nivel del sistema nervioso es atribuida fundamentalmente a sus altas concentraciones de polifenoles y flavonoides, pigmentos naturales que se encuentran en la mayoría de los vegetales y que actúan como protectores del daño orgánico producido por agentes oxidantes. Se les considera esenciales para reducir el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas y su consumo regular, gracias a sus propiedades antioxidantes, ha demostrado científicamente que poseen propiedades neuroprotectoras.
La curcumina es el principal polifenol que se encuentra en el curry de cúrcuma, y su ingesta reiterada, como señalan las investigaciones recientes, puede prevenir o mejorar los procesos neurodegenerativos que cursan con deterioro cognitivo como en la enfermedad de Alzheimer y en la enfermedad de Parkinson y en las demencias en general.
Sin embargo, la aplicación clínica de la curcumina es limitada debido a su baja solubilidad acuosa y biodisponibilidad, lo que constituye una dificultad a la hora de llegar al cerebro por no poder atravesar la barrera hematoencefálica. Es por este motivo, que los últimos estudios se han realizado con la cúrcuma encapsulada, donde la curcumina es añadida a una nanoestructura lipídica y así su eficacia aumenta de manera significativa. Se ha observado que la administración una dosis diaria de 400 mg de curcumina tanto en ancianos sanos como en pacientes con enfermedad de Alzheimer mejoraba la atención, memoria de trabajo y el estado de ánimo.
Este beneficio ya se había percibido en animales de experimentación, genéticamente predispuestos para desarrollar la enfermedad de Alzheimer, que al administrarles curcumina disminuía la pérdida de memoria y del aprendizaje, explicándose este efecto por una reducción en el daño estructural a las sinapsis al inhibir la acumulación del péptido beta-amiloide, sustancia supuestamente responsable de la enfermedad de Alzheimer.
Podemos concluir, que la mayoría de los estudios recientes realizados en animales de experimentación, están de acuerdo en afirmar que la curcumina puede ser útil para prevenir o tratar la enfermedad de Alzheimer. Y que tanto la curcumina, como alguno de sus derivados, administrados a dosis adecuadas, poseen propiedades terapéuticas al disminuir la actividad amiloidogénica y oxidante. Se han iniciado investigaciones con nuevas sustancias, fruto de la fusión de curcumina con los fármacos inhibidores de la acetilcolinesterasa (utilizados actualmente en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer).
Todo lo descrito anteriormente, hace pensar que la curcumina tendrá la posibilidad de convertirse en un agente terapéutico para disminuir el deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, la insolubilidad de la misma es actualmente una importante limitación para esperar su efecto beneficioso en el consumo diario habitual. Habrá que esperar que, en un futuro no lejano, la cúrcuma y sus derivados asociados a nanopartículas puedan ser comercializados para tratar diferentes procesos entre ellos las enfermedades neurodegenerativas y ellas la enfermedad de Alzheimer.
Dr. Secundino López Pousa
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