La enfermedad celíaca es un proceso intestinal inflamatorio crónico que provoca mala absorción de los alimentos (proteínas, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas) y que está asociada a intolerancia al gluten. Las personas celíacas son genéticamente intolerantes a unas proteínas llamadas prolaminas, que están presentes en los alimentos que contienen gluten. El consumo de esta sustancia les provoca una inflamación intestinal con atrofia de las vellosidades intestinales, lo que conduce a un síndrome de malabsorción de nutrientes.
El gluten es una proteína que se encuentra en la semilla de muchos cereales (trigo, cebada, avena, centeno, espelta, entre otros). Se acepta, como definición del mismo, la masa que queda tras retirar los componentes solubles de la harina de trigo, y representa alrededor del 85 % del total de las proteínas del trigo. Contiene gliadinas y glutelinas que son las responsables de las alteraciones inflamatorias que presentan las personas que padecen enfermedad celíaca.
Una de cada diez personas padece intolerancia al gluten. Cuando se sospecha, el diagnóstico de la enfermedad es relativamente fácil. Se realiza mediante pruebas específicas de laboratorio, aunque en algunas ocasiones es necesario realizar una biopsia duodenal.
Las personas celíacas desarrollan una alteración autoinmune que provoca una inflamación intestinal cuando consumen alimentos que contienen gluten. Los síntomas se localizan a a nivel intestinal (dolor abdominal, diarrea, estreñimiento e hinchazón, entre otras) y también a nivel orgánico con alteraciones generales (anemia, descalcificación, alteraciones hepáticas, lesiones cutáneas). A nivel neuropsiquiátrico se asocia con sintomatología depresiva y con ansiedad, y a nivel neurológico con debilidad y parestesias en las extremidades, conjuntamente con alteración de la marcha y alteraciones cognitivas.
Cabe preguntarse si las alteraciones cognitivas, a la larga, pueden favorecer el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Las personas que sufren intolerancia al gluten manifiestan problemas de memoria (tanto a corto como a largo plazo) y alteraciones cognitivas ligeras que describen como «niebla mental» (dificultad para concentrarse, lentitud o dificultad para procesar la información). Aquellas personas que sufren encefalopatía por gluten, además de las alteraciones descritas, se quejan de dolores de cabeza preferentemente de tipo tensional.
Recientemente se han realizado estudios en los que se ha evaluado y comparado la evolución clínica de un grupo de personas sin enfermedad celíaca con otro con enfermedad celíaca diagnosticada recientemente (sin dieta), o con enfermedad ya tratada (dieta sin gluten). A todas las personas se les realizaron periódicamente exámenes cognitivos y de calidad de vida. Los investigadores concluyeron que las personas celíacas respecto a los controles, tanto las recién diagnosticadas como las que tenían la enfermedad establecida, mostraban afectación cognitiva con dificultad para retener información visual (memoria visual) que se puede observar entre otros en los errores en las anotaciones, en la copia de figuras o en la identificación de colores. También presentaban problemas en la memoria verbal con dificultad para retener palabras que habían oído o escrito y dificultades para planificar y realizar procesos que implicaban la realización de ejercicios o gestos habituales (copiar dibujos, seguir una receta (funciones visuoconstructivas). Así mismo todos los pacientes celiacos mostraron menor vitalidad y mayor dolor corporal.
Aunque son necesarios estudios futuros, en mi experiencia, hace años, cuando la enfermedad era menos conocida, tuve la oportunidad de visitar y seguir a una paciente de 50 años que mostraba los síntomas descritos anteriormente, siendo diagnosticada de sufrir la enfermedad celíaca. A pesar de realizar la dieta adecuada, la paciente continuó presentando sintomatología depresiva, dolores generalizados y las alteraciones cognitivas descritas, incrementándose con el paso de los años hasta que, al cabo de 25 años, fue diagnosticado de una demencia que clínicamente correspondía a la enfermedad de Alzheimer.
En el deterioro cognitivo observado en las personas celíacas, aunque pueda estar asociado a una alteración inflamatoria neuronal, no podemos descartar las deficiencias nutricionales producidas por la mala absorción digestiva, que afecta a las vitaminas y minerales. Las personas con intolerancia al gluten presentan anemia y déficits de minerales (hierro, zinc) y de vitaminas (vitamina D, vitamina B9 —ácido fólico—, cianocobalamina —vitamina B12— y piridoxina —vitamina B6—, entre otras).
En la actualidad, el único tratamiento existente es la realización de una estricta dieta libre de gluten, con lo que se consigue la desaparición de los síntomas. No es fácil realizar una alimentación de este tipo, pero en los últimos años el mercado ofrece muchos productos sin gluten, aunque con un mayor coste económico. Se está investigando si la modificación de la microbiota intestinal puede disminuir el impacto de la enfermedad con la utilización de polifenoles específicos que actuarían como sustratos prebióticos e estimularían el crecimiento y la actividad de otras especies bacterianas beneficiosas.
Es aconsejable que los diagnósticos se realicen en la infancia y que las personas celíacas realicen tratamientos estrictos sin gluten, ya que se observa una mejoría cognitiva y del estado de ánimo. El efecto positivo a nivel cognitivo puede aparecer después de al menos cinco años de la realización de la dieta, aunque no se ha observado en personas celíacas mayores de 65 años.
Dr. Secundino López Pousa
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