La vitamina B12 o cobalamina es una vitamina soluble en agua que, a pesar de ser imprescindible para muchas funciones del organismo, nuestro cuerpo no es capaz de fabricarla. La vitamina B12 actúa como cofactor en la síntesis del ácido desoxirribonucleico. Este ácido, que se encuentra el interior de las células, contiene la información genética e interviene intensamente en el metabolismo celular, jugando un papel importante en la síntesis de mielina del sistema nervioso central. Su déficit puede causar lesiones de los nervios periféricos (neuropatía periférica), anemia (anemia perniciosa) y deterioro cognitivo (demencia).
La vitamina B12 actúa en los mecanismos energéticos neuronales, es la responsable en gran medida de la creación de las conexiones neuronales (sinaptogénesis) y de la formación de la mielina que recubre las neuronas. Por tanto, su déficit inicialmente ocasiona una disfunción en la formación de la mielina y más tarde la pérdida de esta, lo que conduce al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer por degeneración neuronal. La vitamina B12 también regula otras vías metabólicas, que intervienen en el desarrollo de la sustancia beta amiloide y de la proteína tau.
Hablamos de deficiencia de vitamina B12 cuando la analítica muestra cifras inferiores a 200 pmol/L. En estos casos, se deteriora la propiedad más importante de esta vitamina, que es la acción antioxidante. Esto conlleva, de una manera lentamente progresiva, a los cambios anteriormente comentados: reducción de la oxidación de las grasas y la alteración de la producción de proteínas y ácidos nucleicos. Así, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la edad, tanto la enfermedad de Alzheimer, ya comentada, como la enfermedad de Parkinson o la diabetes tipo 2. Cifras en sangre ligeramente inferiores a 200 pmol/L, pueden ser asintomáticas clínicamente, aunque si se mantienen durante años provocan lesiones neuronales progresivas que serán irreversibles.
La acción de las bacterias intestinales constituye el aporte principal de vitamina B12, estas son las encargadas de sintetizarla para que pueda ser absorbida a nivel intestinal, siendo la absorción la parte más delicada del proceso de entrada de la vitamina B12 a la sangre. La causa principal de déficit es una mala absorción y generalmente se debe a una disminución del factor intrínseco gástrico y no tanto a alteraciones de las bacterias intestinales. De ahí que algunas sustancias o fármacos, como los antiácidos o los inhibidores de la bomba de protones o bloqueadores H2 (omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol, esomeprazol…) si son consumidos de forma crónica, conlleven una disminución importante de la absorción de la vitamina.
La edad constituye el mayor riesgo para la deficiencia de la vitamina B12 y aumenta en las personas a partir de los 60 años, debido fundamentalmente a la disminución del consumo de alimentos que aportan dicha vitamina. A estas edades, la ingesta de carne y pescado se reduce considerablemente, lo que conlleva su déficit. Se calcula que, a nivel mundial, entre el 6 % y 15 % de la población de más de 64 años presentan una deficiencia de vitamina B12. Existen otras causas implicadas, como el consumo de fármacos y también algunas enfermedades como la gastritis atrófica, la hipoacidez de gástrica, la anemia perniciosa y la ingesta de metformina en los diabéticos.
No se conoce con exactitud el modo en el que el déficit de vitamina B12 provoca deterioro cognitivo, y hasta que este no es moderadamente severo no llama la atención. Una vez que se realiza el diagnóstico, en estos grupos de población, los suplementos de B12 ya no reducen los déficits cognitivos. De ahí, la importancia de la prevención consumiendo alimentos ricos en esta vitamina, sobre todo en las personas de más de 60 años o aquellas que realizan dietas vegetarianas que constituyen la población de riesgo. Para los primeros se aconseja mantener un adecuado consumo de carne (ternera, cordero, cerdo, pollo…) o de pescado, y para los segundos es recomendable la introducción diaria en sus dietas de plantas que contengan cantidades elevadas de vitamina B12, como son algunos tipos de algas (alga violeta seca, el alga morada seca, nori…) y algunos hongos (hongo shiitake seco…). Otros alimentos ricos en esta vitamina son la leche de animales herbívoros rumiantes (vacas, ovejas, cabras…) y la leche fermentada (yogur, queso). El consumo de huevos de gallina no mejora la concentración de B12.
En el pasado, habitualmente se trataban los trastornos cognitivos asociados al déficit de vitamina B12 con dosis altas de dicha vitamina. Algunas investigaciones habían observado que, en personas sin deterioro cognitivo, cuando eran tratadas con dosis elevadas de vitamina B12, se reducía la atrofia cerebral. Sin embargo, la mayoría de los estudios más recientes señalan que el tratamiento oral con vitamina B12 no previene el deterioro cognitivo ni la enfermedad de Alzheimer. La mejoría que puede observarse con el tratamiento con esta vitamina en estas personas solo se consigue al inicio del tratamiento y siempre es ligera y a corto plazo.
La ingesta diaria de Vitamina B 12 recomendada en población adulta para mantener un estado saludable es de 6 mcg en los hombres y 4 mcg en las mujeres. Generalmente se obtiene a través una dieta que aporte carne, pescado, mariscos, productos lácteos y algunas leguminosas (guisantes, frijoles…). Las personas que padezcan algunas enfermedades como gastritis autoinmune (anemia perniciosa), enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal, gastrectomía quirúrgica, derivación gástrica o resección del íleo, entre otras, deben de extremar la precaución y tratarse con vitamina B12 siguiendo las indicaciones de su médico. Del mismo modo es aconsejable una mayor supervisión en las personas veganas o las que realicen tratamientos con los fármacos anteriormente señalados.
Dr. Secundino López Pousa
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