Cada vez es más frecuente en nuestra sociedad que los padres confíen el cuidado de sus hijos a los abuelos, valorando como positivo que es una atención más responsable y que se realiza dentro del entorno familiar. Podemos destacar varios factores que facilitan esta situación, como son el incremento de la esperanza de vida de la población, el descenso de la mortalidad, así como una salud de las personas mayores, en general, mejor controlada. Podemos afirmar que la longevidad de los abuelos cada vez es más saludable, lo que permite a la mayoría de los nietos conocerlos durante la infancia.
Se añaden a las anteriores otras circunstancias de diferente índole (económica, social o cultural), pudiendo destacar la incorporación de la mujer al mercado laboral, las altas tasas de separaciones y divorcios y modelos familiares diferentes (como las familias monoparentales), que contribuyen al incremento del cuidado de los niños por sus abuelos. Publicaciones recientes refieren que, actualmente en Europa, se sitúa alrededor del 50 % de niños en edad preescolar.
Ante esta realidad, se han llevado a cabo diferentes investigaciones sobre el posible beneficio que aporta el cuidado de los nietos a la salud de los abuelos o de los cuidadores, siendo un aspecto de interés si además puede también mejorar las actividades cognitivas y prevenir la demencia.
No se ha observado ninguna diferencia real en la salud cuando se comparaban los cuidadores con los no cuidadores, pero sí hay que destacar la referencia en algunos estudios a que el grado de satisfacción personal era más elevado en los abuelos cuidadores. Otro hallazgo importante es la mayor frecuencia de enfermedades de las vías respiratorias inferiores en este colectivo, causadas por pequeños organismos (bacterias o virus) y que, aunque no está suficientemente estudiado, podría estar asociado a la facilidad que tienen los niños, sobre todo cuando van a las guarderías, a padecer enfermedades respiratorias tanto altas (faringitis) como bajas (bronquitis, bronquiolitis, neumonías) y gastroenteritis agudas, que contraen por el contacto con otros niños.
Otro foco de estudio ha sido la repercusión que supone la separación de las parejas (tanto de los padres como de los abuelos) en la atención de los niños, y si esto además puede suponer una reducción en los días de cuidado. Recientemente se han publicado los resultados de una investigación, realizada en Europa, en relación a los abuelos separados, que muestran que las abuelas divorciadas ofrecen mucho más cuidado a sus nietos que las que aún viven en pareja.
También se ha observado que el grupo de abuelas jóvenes, que inician el cuidado de sus nietos antes de los 50 años, y si además están casadas o con muchos hijos, tienen más posibilidades de muerte más precoz; hecho que se ha relacionado con varios factores, como la existencia de dificultades económicas, de soledad, de depresión, de pérdida de relaciones sociales y de actividades, y con un mayor aislamiento social, que desaparecen en el grupo de mujeres de 50 o más años de edad.
Aunque el cuidado de los nietos no parece tener una mayor relevancia en la salud de los abuelos, sin embargo, en los aspectos cognitivos, y por tanto en la prevención de la enfermedad de Alzheimer y de la demencia, se ha sugerido que puede mejorar la función cognitiva de las personas, sobre todo de edad avanzada.
En este sentido, los resultados publicados de un estudio reciente muestran que las personas de mayor edad tienen mayor beneficio cognitivo cuando cuidan de un solo nieto, y es más notable cuando lo realizan de manera moderada y no normalizada. Dentro del grupo de cuidadores que se dedicaban a esta tarea diariamente, alrededor de 15 horas a la semana, las abuelas no obtenían beneficio, sin embargo, los abuelos sí. Podría explicarse esto por el aumento del estrés por la responsabilidad que significa hacerse cargo de un menor, cuando el cuidado de los nietos se realiza de modo regular y durante muchas horas, observándose en estas personas una reducción de su atención y cuidado personal y una limitación en sus relaciones sociales, factores negativos para la salud mental y la actividad cognitiva.
La mejoría cognitiva aportada por estas tareas se ha atribuido, por una parte, a la estimulación mental que supone el hecho de interaccionar con los niños, que conlleva todo un aprendizaje, una activación de los recuerdos y de la memoria, así como la práctica del uso del razonamiento ante los comentarios y preguntas del menor. Permite además la transmisión directa de experiencias individuales sucedidas a lo lago de la vida del abuelo.
También supone una mayor activad física (ir al parque, pasear) y es un estímulo para mantener el cuidado personal, adecuar los horarios de vida y en ocasiones desplazarse, y si además la atención se realiza en su domicilio, obliga a mantener la casa y la ropa ordenadas y limpias. Cuando la alimentación va a ser compartida entre abuelo y nieto, repercutirá en que será lo más sana posible. Sin olvidar que el hecho de cuidar genera un mayor desarrollo de las relaciones familiares, y a su vez una mayor satisfacción personal, disminuyendo el riesgo de depresión.
Aunque el beneficio es global, en algunas áreas se hace más manifiesto, como ocurre en el lenguaje (que se vuelve más fluido, uniforme, sin pausas ni repeticiones), en la memoria episódica (relacionada con el recuerdo de sucesos pasados a lo largo de la vida), y en las funciones ejecutivas (que nos permiten planificar, organizar, priorizar, regularizar y valorar el entorno para realizar nuestras actividades de un modo más eficaz).
Las discordancias observadas entre las diferentes investigaciones se han relacionado con el tipo de atención, la edad de los nietos, y la educación de los abuelos. El cuidado más intensivo se ha asociado a un menor rendimiento de la memoria a corto plazo (la encargada de guardar información temporalmente) y en la velocidad de procesamiento (permite ser rápidos a la hora de ejecutar las actividades). Las razones por las que este tipo de cuidado intensivo y regular resulta perjudicial para los abuelos se atribuyen a la mayor carga física y responsabilidad que les genera invertir más tiempo y energía, y que afecta tanto a la salud física como mental. En el caso de las abuelas les genera un estado de estrés permanente que puede agravar su salud, aunque también depende del nivel educativo, ya que si es más elevado mejoran.
En general podríamos decir que el cuidado de los nietos, sobre todo cuando no es intensivo, puede generar un beneficio cognitivo en los abuelos, como ya lo han referido los estudios más recientes. Existen diferencias observadas entre las investigaciones, ya que este beneficio está condicionado por algunos factores como la situación laboral de los abuelos, la salud física y mental, el nivel educativo, y por el tipo de atención que están dispuestos a ofrecer a los nietos.
Con todo esto, la decisión de cuidar a los nietos no debe de realizarse solo pensando en la prevención del deterioro cognitivo o la demencia, sino que ha de tenerse en cuenta la satisfacción personal y evitar los efectos desfavorables que hemos señalado.
Dr. Secundino López Pousa
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