La realización de entrenamiento cognitivo es importante para lograr un envejecimiento saludable y disminuir el riesgo de deterioro cognitivo.
Aunque, en las últimas décadas, la esperanza de vida a nivel mundial ha aumentado considerablemente, el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad, y entre ellas la enfermedad de Alzheimer, no se ha modificado.
Es interés de todos disfrutar de un envejecimiento saludable y no padecer trastornos cognitivos y, en el caso de que se presenten, poder retardar lo más posible la aparición de las enfermedades cerebrales relacionadas con la edad. Muchas de las recomendaciones del personal sanitario de los Servicios de Salud están dirigidas a adoptar medidas correctoras que permitan preservar y mantener las habilidades cognitivas independientemente de la edad.
Las diferentes medidas saludables implican la alimentación, la actividad física y el ocio, entre otras. Probablemente la actividad más aconsejada en todos los ámbitos sanitarios es la realización de tareas que activen la cognición (rehabilitación cognitiva, estimulación cognitiva).
Si aceptamos que el entrenamiento cognitivo es beneficioso en el envejecimiento, la pregunta que nos hacemos es cuándo ponerlo en práctica. ¿Desde el inicio de la tercera edad, aunque cognitivamente no se detecten dificultades? ¿Sería igualmente beneficioso si se realiza cuando el estado cognitivo comienza a estar algo comprometido, como es el caso de las personas que sufren deterioro cognitivo leve?
Diferentes estudios han demostrado que la realización de una actividad cognitiva continuada ayuda a optimizar la actividad neuronal, lo que conlleva una optimización del tiempo para procesar la información, mejoría de la memoria inmediata, agilización en el razonamiento y estabilidad en el ejercicio de las actividades funcionales del día a día.
Entendemos como intervenciones para prevenir el deterioro cognitivo, asociado a la edad avanzada, a un conjunto de actividades cognitivas diseñadas con esta finalidad, generalmente dirigidas a activar o mejorar las habilidades cognitivas globales, con especial beneficio en la velocidad del proceso de la información, la atención, la memoria o la resolución de problemas. Aunque a menudo nos referimos a ellas como rehabilitación cognitiva o estimulación cognitiva por igual, sin embargo, tienen sus diferencias. La rehabilitación cognitiva tiene como objetivo principal la realización de tareas o ejercicios diseñados para recuperar las capacidades cognitivas perdidas con la intención de que permitan a la persona afecta retornar a la situación previa al evento que provocó su pérdida.
En la estimulación cognitiva, los ejercicios y tareas se desarrollan pensando en una recuperación más global de todas las funciones cognitivas. Generalmente se realizan a personas afectadas por alguna enfermedad neurodegenerativa irreversible. Pretenden por lo tanto preservar las capacidades conservadas y enlentecer el deterioro de otras áreas que pueden ser afectadas por la misma enfermedad.
La mayoría de los estudios realizados sobre el beneficio de las intervenciones de entrenamiento cognitivo, tanto en pacientes con deterioro cognitivo leve como en personas de edad avanzada sin deterioro, han observado un claro beneficio que puede variar de intensidad (entre leve y moderada) y que se mantiene a medio plazo. Además del efecto sobre la cognición, se ha observado una progresión clínica más lenta del deterioro en las personas que presentaban un deterioro clínico de leve a moderado, tanto durante como después del tratamiento.
Los beneficios cognitivos generales fueron similares tanto en las personas de edad avanzada sin pérdida cognitiva como en las que sufrían deterioro cognitivo leve. En ambos grupos, se observó beneficio tanto en las habilidades cognitivas básicas (la velocidad de procesar la información, razonamiento, memoria inmediata, episódica y a corto plazo, tareas ejecutivas del día a día) como en las más complejas (razonamiento, lenguaje y funcionamiento diario). Por ello los investigadores concluyen que el entrenamiento cognitivo puede ser útil para todas las personas de edad, independiente de su estado cognitivo, y eficaz para mejorar la cognición en las etapas preclínicas de la enfermedad de Alzheimer. Cuando la estimulación mantenida es dirigida a áreas específicas se consigue mantener el beneficio cognitivo durante un periodo más prolongado.
En general, el entrenamiento cognitivo fue más efectivo en personas con un menor nivel educativo. Diferentes estudios poblacionales llevados a cabo en situaciones habituales han demostrado que el funcionamiento cognitivo mejora o se estabiliza sobre todo cuando realizamos un estilo de vida saludable que debe incluir, aparte de una alimentación sana, el entrenamiento cognitivo continuado y la realización regular de ejercicio aeróbico.
Dr. Secundino López Pousa
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