El mes pasado, en esta misma sección, hicimos referencia a cómo el confinamiento de los últimos meses, a consecuencia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), había afectado al ritmo circadiano de muchas personas, y comentamos la bondad de la melatonina para regularizarlo, con la finalidad de reparar las alteraciones del sueño. La pregunta que nos hacemos hoy es si la melatonina puede tener algún papel en la prevención de la enfermedad de Alzheimer.
La melatonina está considerada como la «hormona maestra» del cuerpo, y la glándula pituitaria como la «glándula maestra hormonal». La pituitaria, a pesar de ser una glándula de tamaño reducido, es la encargada de producir y regular la actividad de todas las glándulas endocrinas de nuestro organismo, a través de la secreción de diferentes hormonas. La glándula pineal, también de dimensiones reducidas, tiene como función fabricar y regular la secreción de la melatonina, la cual se produce a partir de un neurotransmisor denominado serotonina, que se encarga, entre otras funciones, de la regulación de la emotividad y del estado de ánimo.
La producción de melatonina por la glándula pineal está influenciada por la luminosidad, dependiendo de la hora del día, tiempo de exposición solar e intensidad de la luz. La secreción de la melatonina se inicia al anochecer, alcanzando los máximos niveles a mitad de la noche, sobre todo en las primeras horas de la madrugada, y decayendo paulatinamente hasta hacerse casi inapreciable a lo largo del día. La exposición a la luz artificial nocturna inhibe la secreción de melatonina durante el tiempo que dure la misma. Una exposición temprana a la luz, por la mañana, modifica también el ritmo de producción de melatonina, adelantándolo.
Por lo tanto, el ritmo circadiano y la melatonina interaccionan constantemente y se regulan a través de la luz ambiental. El ritmo circadiano es el responsable de sincronizar la mayoría de las funciones de nuestro organismo, utilizando la melatonina como regulador. De noche, los niveles en sangre de melatonina son elevados, y nuestros órganos y tejidos se relajan. Los niveles bajos predicen que ya es de día y el organismo se activa. Por lo tanto, una función muy importante de la melatonina es la sincronización entre el ritmo circadiano y el ciclo vigilia-sueño.
La mayor parte de la melatonina de nuestro organismo es producida y secretada por la glándula pineal, aunque también podemos aumentar sus niveles con la ingesta de algunos alimentos como los frutos secos (nueces), las semillas, los cereales, la verduras y mayoría de las frutas (sobre todo las uvas, las cerezas, las fresas, las naranjas, las manzanas, los plátanos, el tomate…). Esta melatonina de origen vegetal recibe el nombre de «fitomelatonina», y es igual que la de origen animal.
Diferentes estudios científicos realizados en la enfermedad de Alzheimer, tanto en animales de experimentación como en seres humanos en fases leves o moderadas, demostraron la utilidad de la melatonina en la mejoría clínica. Su administración inhibe la formación de depósitos de amiloide, causa fundamental de esta patología que conduce a la muerte neural. Asimismo, la melatonina es una sustancia con un enorme efecto antioxidante que protege de la inflamación neuronal y de otras células nerviosas como las de la microglia. Por lo tanto, más allá de la función reguladora del sueño, es capaz de lentificar los procesos neurodegenerativos, sobre todo en las fases iniciales de la enfermedad, cuando sabemos que la secreción vespertina inicial de melatonina está retrasada. Esto explicaría la frecuente alteración del ritmo del sueño que sufren estas personas.
Algunas investigaciones han mostrado que la administración de un suplemento de melatonina de liberación prolongada, generalmente con dosis de 2 miligramos o superiores, a personas con la enfermedad de Alzheimer en fases leves o moderadas, iba asociada a una mejoría cognitiva y de los trastornos del sueño. También se ha encontrado una disminución de los síntomas de agitación y de las alteraciones del ritmo del sueño en pacientes con demencia en fase avanzada.
Los efectos beneficiosos de la melatonina también se han observado en personas con la enfermedad de Parkinson, que sufren frecuentemente trastornos del sueño incluso en fases muy iniciales, cuando todavía no son muy visibles las alteraciones de la marcha o el temblor.
Estos hallazgos, a la espera de estudios más demostrativos, sugieren que la administración oral de dosis bajas de melatonina podría mejorar las alteraciones del ritmo circadiano de las personas con la enfermedad de Alzheimer. Se recomienda iniciar la toma con dosis entre 0.5 a 1 miligramos, antes de acostarse, e ir aumentando gradualmente cada semana según la respuesta, para evitar la somnolencia diurna que es el efecto secundario más común.
Dr. Secundino López Pousa
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