Varón de 62 años de edad, sin antecedentes personales de interés y con padre fallecido tras demencia a los 73 años, que acude a la consulta a instancias y acompañado de sus familiares tras alteraciones conductuales de al menos 2 años de evolución.
Los familiares se mostraban poco seguros o imprecisos a la hora de señalar el momento aproximado de instauración de los síntomas.
Hacía unos tres años, el paciente había visitado diversos especialistas médicos por diferentes quejas somáticas, que tras múltiples exploraciones complementarias negativas habían sido interpretadas como "neuroticismo".
Los familiares observaban que a lo largo del tiempo su padre dejaba de comportarse en las reuniones sociales con la corrección de la que hacía gala, pero lo atribuían inicialmente a que ellos mismos le habían recriminado previamente una comportamiento tan "pulcro".
Sin embargo, les llamaba cada vez más la atención el hecho de que empezaba a descuidar su forma de vestir y últimamente también se mostraba bastante irregular en el cuidado de su higiene personal.
A pesar de ello, mantenía independencia en el desempeño de sus actividades (controlaba su contabilidad, seguía al frente de sus pequeños negocios familiares, realizaba viajes solo…).
Unos 6 meses antes de la consulta, había sido multado en sendas ocasiones por exceso de velocidad y por circular en dirección prohibida. Esto había llamado la atención en su familia pues a lo largo de más de 30 años de conducción jamás había cometido infracción alguna.
Uno de los hechos que más les había inquietado había sido la puesta en marcha de diversas inversiones un tanto arbitrarias, a veces con personas con las que no había mantenido contacto alguno y de cuyo curso se despreocupaba a las pocas semanas de realizarlo.
En los 3 últimos meses fumaba excesivamente (más de 3 cajetillas al día), y abandonaba los cigarrillos encendidos en los platos mientras comía. Cuando se le reprendía dicha actitud, reía de forma sonora, hacía comentarios jocosos y parecía olvidarlo en poco tiempo, reincidiendo en esta actitud.
Su lenguaje fue reduciéndose a unas cuantas frases que repetía a veces de forma estereotipada. Habían advertido incontinencia esfinteriana, hecho que no parecía preocupar en absoluto al paciente, al igual que los comportamientos a los que se había hecho referencia.
El examen neuropsicológico resultó bastante difícil por falta de colaboración, respuestas imprecisas y precipitadas a los diversos ítems del Mini Examen Cognoscitivo (MEC) de Lobo, que mostraba una puntuación de 22/35.
Se mostraba bien orientado témporo-espacialmente, sin alteraciones nominativas ni en la repetición del lenguaje. El cálculo mental simple estaba preservado. Fallaba en interpretación de similitudes entre diversos objetos y pensamiento abstracto. Reducción en test de fluidez verbal.
Se evidenciaban reflejos primitivos de línea media (palmomentoniano y de prensión). El resto del examen no mostraba datos de interés salvo un discreto aumento del tono muscular en los cuatro miembros.
El examen general sistemático no mostró hallazgos significativos.
Hemograma, velocidad de sedimentación globular, perfil bioquímico proteinograma, estudio de función tiroidea, vitamina B12, ácido fólico y serología luética, normales o negativos.
Radriografía de tórax sin hallazgos. Electroencefalograma: normal.
TAC (tomografía axial computarizada) de cráneo: atrofia de predominio frontal con dilatación de astas ventriculares frontales. SPECT (tomografía computarizada por emisión de fotón único) cerebral: patrón de hipoperfusión frontal.
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