Un nuevo estudio, publicado en la revista Occupational and Environmental Medicine (Occup Environ Med) demuestra que el trabajo a turnos durante un periodo igual o superior a diez años, y la interferencia que ello causa en el ritmo circadiano, suponen un gravamen sobre la función cognitiva. Aunque esta alteración se revierte al dejar de trabajar a turnos, se tarda varios años en volver a la plena normalidad.
Se sabe que el trabajo a turnos rompe los ritmos circadianos normales del trabajador y su vida social, como pasa con el jet lag crónico, y está asociado a un incremento de problemas de salud (úlceras, enfermedad cardiovascular, síndrome metabólico, cáncer de mama y dificultades reproductivas, entre otros), además de tener efectos agudos sobre la seguridad y la productividad laborales, y repercutir por tanto sobre la sociedad.
Sin embargo, las consecuencias a largo plazo sobre las habilidades cognitivas habían sido poco investigadas, y el presente estudio ha sido diseñado para evaluar tanto la cronicidad como la posible reversibilidad de los efectos del trabajo a turnos sobre la cognición.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio prospectivo de cohorte sobre 3232 trabajadores entre activos y retirados (con un índice de participación del 76%) que tenían 32, 42, 52 y 62 años en el momento de la primera evaluación (en 1996), reexaminándolos 5 y 10 años más tarde a continuación. 1484 de estos trabajadores habían trabajado a turnos. Se efectuaron mediciones con test de memoria y de velocidad de procesamiento en las tres evaluaciones.
Los autores comprobaron que el trabajo a turnos estaba asociado a un deterioro de la cognición. La asociación era más fuerte para aquellos con una exposición de más de 10 años al trabajo a turnos, lo que supone una relación dosis-respuesta, con una pérdida cognitiva equivalente a 6,5 años de declive asociado a la edad en la cohorte utilizada. El proceso fue reversible, pero la recuperación plena del funcionamiento cognitivo tras haber dejado el trabajo a turnos tardó en conseguirse un mínimo de 5 años.
En sus conclusiones, los autores dicen que
«Trabajar a turnos de forma crónica deteriora la cognición, con consecuencias potencialmente importantes no solo sobre los individuos implicados, sino también para la sociedad».
Referencia bibliográfica: Jean-Claude Marquié, Philip Tucker, Simon Folkard, Catherine Gentil, David Ansiau. Chronic effects of shift work on cognition: findings from the VISAT longitudinal study. Occup Environ Med 2014; digital object identifier (doi): 10.1136/oemed-2013-101993.
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