Numerosos estudios demuestran que la histopatología del alzhéimer está presente muchos años antes de que se manifieste clínicamente. Dado que futuros tratamientos podrían retrasar el comienzo de la enfermedad, el diagnóstico debería ser lo más precoz posible, y como una mayor reserva cognitiva podría enmascarar los síntomas demasiado tiempo, se necesitan mejores biomarcadores, como se afirma en las conclusiones de un estudio de revisión que publica la revista Journal of Geriatric Psychiatry and Neurology.
La detección en individuos mediante mediciones cognitivas sensibles constituye una manera de identificar a personas con riesgo elevado de padecer enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, existe la posibilidad de que aquellos que posean una reserva cerebral o cognitiva considerable puedan enmascarar sus déficit cognitivos hasta casi llegado el momento del comienzo clínico de la demencia, lo que reduciría sensiblemente la eficacia de tales mediciones cognitivas.
Los autores de esta revisión citan los numerosos estudios que han reportado que un bajo nivel educativo es un factor de riesgo para padecer clínicamente enfermedad de Alzheimer, con carácter multifactorial: un cociente intelectual bajo, una capacidad más pobre para la resolución de los test y una menor ejercitación mental. Un tamaño cerebral menor alcanzado en la infancia (estimado mediante neuroimagen o mediante la medición del perímetro craneal) ha sido asociado también en varios estudios a una mayor incidencia y prevalencia de la enfermedad de Alzheimer, así como a una presentación más temprana de sus manifestaciones clínicas, e incluso a peores puntuaciones en test cognitivos de cribado entre adultos ancianos sin demencia.
Por lo tanto, se necesitan biomarcadores óptimos que evidencien la gravedad de la histopatología cerebral subyacente independientemente de la reserva cerebral. Las perspectivas para la detección precoz y la prevención de la enfermedad de Alzheimer son prometedoras, aunque los procedimientos para la detección temprana de esta enfermedad deberían ser utilizados inicialmente en personas ya en su madurez o aún mayores y en los descendientes de enfermos de Alzheimer, que tienen un riesgo genético más elevado, siendo todas estas personas las más beneficiadas por estas tecnologías cuando estén disponibles.
Referencia bibliográfica: James A Mortimer, Karen M Gosche and David A Snowdon. Very early detection of Alzheimer neuropathology and the role of brain reserve in modifying its clinical expression. Journal of Geriatric Psychiatry and Neurology 2005;18:218-223.
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