Una cuestión muy importante tras el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer en un sujeto, especialmente si el paciente no es de edad muy avanzada, es si puede seguir o no manejando vehículos a motor. El dejar de hacerlo le resta autonomía y le afecta psicológicamente, tanto más cuanto más incipiente sea la enfermedad. Pero seguir conduciendo su automóvil podría constituir un verdadero riesgo para él mismo y para la seguridad vial.
En este estudio, publicado en el número de enero de 2004 de la revista Neuropsychology, los investigadores realizan un metaanálisis de los datos procedentes de 27 estudios, a fin de intentar determinar en qué circunstancias la conducción de vehículos no es ya aconsejable.
Las funciones neuropsicológicas evaluadas fueron el estado mental y la cognición general, atención y concentración, habilidades visuoespaciales, memoria, función ejecutiva y lenguaje.
Los investigadores comprobaron que en los estudios que incluian un grupo control, la relación entre mediciones cognitivas y mediciones de conducción en ruta o fuera de ella era significativa para todas las áreas cognoscitivas. Sin embargo, la información de los cuidadores acerca de la capacidad de manejo de vehículos por parte del paciente solo se correlacionó significativamente con las variables cognitivas relativas al estado mental general y a las capacidades visuoespaciales.
Al excluir los estudios con grupo control, se observó una correlación moderada entre las capacidades visuoespaciales y las mediciones de conducción en ruta y fuera de ella, así como entre el estado mental general y los test fuera de ruta. La correlación con otras áreas cognoscitivas no fue significativa.
Los autores de este metaanálisis sugieren finalmente que las habilidades visuoespaciales y las de atención-concentración son las más significativamente ligadas a la capacidad para conducir, y su evaluación es la más útil para que el médico pueda decidir si el paciente puede manejar o no vehículos a motor.
Estos investigadores afirman que:
«Aunque los déficits visuoespaciales aislados no son suficientes para recomendar restricciones en la conducción de vehículos, los resultados indican que, cuando están presentes los déficits visuoespaciales, los clínicos deberían completar una cuidadosa evaluación de otros factores de riesgo».
Sin embargo, advierten también en su estudio de que los test no pudieron indicar en qué nivel concreto de deterioro tiene que dejar necesariamente de conducir el paciente, y recomiendan que se realicen más estudios a fin de determinar los puntos de corte adecuados.
Referencia bibliográfica: Mark A. Reger et al. The relationship between neuropsychological functioning and driving ability in dementia: a meta-analysis. Neuropsychology 2004;18:85-93.
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