En el número de la revista The New England Journal of Medicine (N Engl J Med) correspondiente al 27 de marzo de 2003 aparece un artículo publicando un gran estudio poblacional en el que se realizaron estudios de resonancia nuclear magnética (RNM) cerebral y test neuropsicológicos a 1015 ancianos sin demencia entre 1995 y 1996, y de nuevo desde 1999 hasta 2000.
Los investigadores comprobaron que el riesgo de demencia era más del doble en los ancianos que tenían infartos cerebrales silentes al comienzo del estudio. Un total de 30 pacientes desarrollaron demencia (principalmente enfermedad de Alzheimer) durante el seguimiento.
La presencia de infartos cerebrales silentes al comienzo del estudio se asoció a peores resultados en los test neuropsicológicos, y a un declive más acusado de la función cognitiva global. Los infartos talámicos silentes se asociaron a declive de la memoria, y los no talámicos se asociaron especialmente a declive en la agilidad psicomotriz.
Los autores concluyen que los ancianos con infartos cerebrales silentes tienen un riesgo aumentado de demencia y un declive más acusado de la función cognoscitiva que aquellos que carecen de dichas lesiones.
En palabras de los autores:
«En conclusión, la presencia de infartos cerebrales silentes en la RNM identifica a personas con un mayor riesgo de demencia, probablemente porque estas personas continúan teniendo infartos cerebrales adicionales, tanto silentes como sintomáticos, que reducen su función cognitiva».
Referencia bibliográfica: Sarah E. Vermeer et al. Silent brain infarcts and the risk of dementia and cognitive decline. N Engl J Med 2003;348:1215-1222.
Utilizamos cookies para mejorar su experiencia de navegación y los servicios que le ofrecemos. Al clicar en «Aceptar», o si continúa navegando, usted reconoce que ha leído y comprendido nuestra política de privacidad, y que acepta el uso de nuestras cookies.