En el número de la revista New Scientist correspondiente al 15 de marzo de 2003, unos científicos norteamericanos (de la Universidad de California en Los Ángeles) muestran la primera prótesis cerebral desarrollada hasta ahora, diseñada para realizar las mismas funciones que el hipocampo.
En el artículo se presenta este dispositivo, un implante consistente en un microchip de silicio. A diferencia de otros dispositivos como los implantes cocleares, que simplemente estimulan la actividad cerebral, esta prótesis llevará a cabo los mismos procesos que la parte dañada del cerebro a la que reemplazan.
Los investigadores van a probar el nuevo dispositivo en tejido procedente de cerebros de rata, y después en animales vivos. Si tuviesen éxito, esperan utilizarlo para ayudar a personas que hayan sufrido daño cerebral tras un ictus.
Esto podría acarrear preocupación desde el punto de vista ético, y ya se ha aducido que cualquier dispositivo que reproduzca el funcionamiento del cerebro humano estará abocado a problemas legales, y no actuará solo sobre la memoria, sino también en el estado de ánimo, principios y conciencia de los posibles receptores.
Estos científicos han elegido el hipocampo, la parte del cerebro más ordenada y estructurada, y una de las más estudiadas. El hipocampo parece codificar las experiencias de manera que se almacenen después en otras partes del cerebro en forma de recuerdos. Es por esta razón que los investigadores afirman que será relativamente fácil comprobar la eficacia del dispositivo. Si alguien portador de esta prótesis recuperase la capacidad de almacenar nuevos recuerdos, sería obvio que que el dispositivo funciona.
El equipo tuvo que superar muchas dificultades a lo largo de los 10 años que ha llevado su desarrollo. Por ejemplo, se desconoce de qué manera codifica el hipocampo la información, así que los investigadores tuvieron que estimular cortes de hipocampo de rata millones de veces para ver qué estímulo eléctrico se correspondía con cuál respuesta eléctrica.
Tras procesar la información procedente de varios cortes, el equipo pudo producir un modelo matemático del hipocampo, que entonces copiaron a un microchip.
Una vez que lo prueben en seres vivos (ratas y quizá monos), la prueba real será ver si el animal presenta cambios en su comportamiento o lo mantiene.
Si esto funcionase, otro aspecto para la controversia sería el cómo poder olvidar aquellas cosas que sería mejor olvidar: el olvido fisiológico es uno de los procesos más beneficiosos que poseemos los humanos.
Referencia bibliográfica: New Scientist, March 15, 2003;4-5.
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